La tetracampeona mundial se adelantó en la primera parte, se relajó en la segunda y acabó desarbolada por su animoso rival, que firma una de las páginas más gloriosas de su historia.
El partido se inició con la histórica foto de los jugadores germanos tapándose la boca a modo de protesta y acabaron el partido igualmente silenciosos, pero mudos por la remontada urdida por Japón. Con Gundogan en posesión de la manija y David Raum apuñalando una y otra vez por la banda izquierda, Alemania rozó el 80% de posesión en la primera mitada y se fue al descanso con una ventaja mínima que podía haber sido más grande.
Fue el propio Gundogan quien abrió el marcador de penalti tras un claro penalti cometido por el portero nipón Shuichi Gonda sobre Raum. Tres penaltis le hizo en la misma jugada, pero solo es legal cobrar uno… Alemania rozó el segundo antes del descanso, pero Havertz anotó en fuera de juego y fue anulado.
En la segunda mitad, Alemania siguió muy cómoda hasta que salió del campo Gundogan tras estrellarse con el palo. Japón introdujo varios cambios y le funcionaron a la perfección. Primero se activó Gonda para encadenar dos paradones a Gnabry en el último cuarto llegó el bofetón a la tetracampeones.
Uno de los suplentes, Ritsu Doan, empató el marcador en el minuto 75 aprovechando un mal rechazo de Neur, y otro, Tamuka Asano, hizo el segundo en el 82 con un golazo memorable. Con Alemania noqueada por completo, Japón incluso rondó el tercero, aunque fue Goretzka quien tuvo la más clara para empatar en el descuento. Su intento se marchó fuera y se confirmó el sorpresón. No bastaron 26 disparos a puerta ante un adversario que nunca perdió la fe.
Flick tiene muy claro que Gundogan debe ser el motor de equipo. El centrocampista del Manchester City gobernó el partido y también demostró que tiene olfato goleador: abrió el marcador y rozó el doblete. Cuando Gundogan puede desempeñarse con comodidad, toda la selección alemana se beneficia de su juego fluido e inteligente. Cuando abandonó el campo, su equipo se derrumbó por completo. El único recurso que le quedó a Flick fue colgar balones al fornido Füllkrug. Ya era tarde, habían dilapidado demasiadas ocasiones.
Se esperaba con expectación a la principal candidata a inquietar a Alemania y España en este Grupo E y la respuesta de Japón no pudo ser mejor. Tras una primera parte en la que estuvo maniatada por su rival, emergió en la segunda con su juego alegre y veloz que dejó a Alemania en la lona. Los suplentes introducidos por Hajime Moriyasu cambiaron el signo del duelo y los samurais lo celebraron eufóricos.
