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La baja calificación del espectáculo vendimia y el riesgo de "teatralizar" la narrativa y crear personajes
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La baja calificación del espectáculo vendimia y el riesgo de "teatralizar" la narrativa y crear personajes

Colaboración de edicorial P.S.

El espectáculo de la Fiesta Nacional de la Vendimia no sabe cómo zafar de la fórmula en la que está entrampado. Y no lo sabe porque no asume ese designio. En Mendoza nos hemos empecinado en sostener que este espectáculo es, en sí mismo, un género. Y no lo es. Pero sí es una fórmula; una que ya todos conocemos (los mendocinos, al menos). Sabemos dónde empieza, dónde termina y qué cuenta en el medio. El asunto es cómo los creadores nos invitan a transitarla.
¿Qué es el espectáculo de la Vendimia como producto artístico? Un musical; ni más, ni menos. Un musical de corte popular y folclórico. Es decir: una fórmula mainstream que reúne música, danza y actuación para construir y hacer avanzar la trama. Y si bien cada año los/las puestitas ha ido acercándose con sus ideas a ese formato con más o menos suerte, no terminan de asumirlo, de estamparlo con los gestos y características propias que tiene el formato sobre el Frank Romero Day.
Así las cosas este año "Coronados de historia y futuro" tiene sus virtudes y muchos traspiés.
Lo interesante de esta propuesta es el riesgo de "teatralizar" la narrativa y crear personajes, un conflicto y su resolución.
Pero vamos al cómo. En un musical los personajes son fuertes, estereotípicos y toman el control de las peripecias de la trama. El guión no los abandona sino que los instala, los magnifica en los momentos de conflicto danzado y les asigna un final contundente.
No es lo que pasa en este espectáculo donde el orfebre, que busca crear el objeto identitario de la provincia, se pierde entre gatos, zambas y -principalmente- entre voces en off que nada suman más que textos manieristas destinados a llenar el ¿vacío? A nivel del texto el guión -como ha sucedido muchas veces- es un cúmulo de metáforas e imágenes literarias que no tienen ayudan a la trama. ¿Ha visto alguien un musical efectivo donde los textos se construyan desde la perspectiva poética? Claro que no: es un reduccionismo empobrecedor y redundante que le quita fuerza a los otros elementos que sí tienen ese destino: la música, las letras de las canciones y las coreografías. Es hora ya, entonces, de abandonar esa idea de que el guión de Vendimia tiene que ser "poético" para hablar del agua, la viña, el granizo, el pueblo y etc. etc.
El conflicto es débil, el personaje es débil, los tres títeres que se presentan como personajes conceptuales (inspiración, incertidumbre, insomnio) no hacen más que debilitar el planteo. Tal vez sea que la idea en sí no tiene tensión dramática de fácil concreción en un escenario con el del Frank Romero Day.
Lo cierto es que a la historia endeble se le suma una puesta tímida, prolija pero completamente uniforme. Y no hay nada más letal, en un escenario de la magnitud del Teatro Griego que la tibieza de lo políticamente correcto.
Esto está presente en las coregorafías casi idénticas en cada cuadro, en el vestuario sin aportes discursivos, en la utilería destinada a ilustrar más que narrar, en las pantallas sin destino alguno pero, principalmente, en el concepto lumínico del espectáculo. No se trata de iluminar coloreando sino de acentuar, generar los climas, las atmósferas, las tensiones narrativas que llevan a los puntos culminantes y distensivos de un espectáculo. De esto, nada hubo; aún cuando todos los elementos se desgranasen prolijamente sobre el escenario. La prueba de la tibieza es el principio y el final, jugados casi en el mismo registro. ¿Y entre tanto?: poco.
Sin embargo es buena la intención de esta puesta. Va en una dirección acertada: la de narrar una historia. Y eso hay que destacarlo.
También hay que destacar otros asuntos importantes. La música es uno de ellos. Hermosa orquesta, contundentes interpretaciones, fluido y bien craneado el pulso del vivo y su repertorio.
Fue, también, emocionante ver a Vilma Rúpolo en el centro de la escena; esta vez como bailarina. Gran homenaje a esta mujer que tanto le ha dado a la Vendimia.
Esta edición 2024 dio, como muchas otras en el pasado, un espectáculo prolijo, sin estrépitos y sin riesgos; aunque no es poco, no es suficiente para lo que precisa este escenario: una obra seductora, pregnante, que quede en nuestra memoria como instantes poderosos para atesorar. Esta Vendimia se nos presentó como una señora obvia y gastada. Nada más lejos de la seducción.


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