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Crisis 2001: el antes y después de la política argentina
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Crisis 2001: el antes y después de la política argentina

Pasaron 20 años y Argentina todavía padece los efectos de aquella crisis, que dinamitó el modelo económico e implosionó el sistema político. Para muchos, ese momento es considerado como una especie de refundación del país, ya que sentó las bases de lo que hoy se vive. Sin dudas fue un suceso que marcó un antes y un después para la sociedad.

A pesar de los avances y mejoras, algunos problemas de aquel 2001 parecen perdurar hasta hoy. La fecha permite no solamente hacer memoria de los hechos y los procesos que derivaron en ese estallido social, sino también analizar los cambios, las rupturas y las continuidades entre ese momento del país y el actual. Para ello, Ámbito entrevistó al politólogo y docente universitario Andrés Malamud.

Primero es necesario entender cómo y por qué se inició esta crisis, de dónde viene. Obviamente esa explosión es el final de un recorrido, que arrancó allá por 1990-1991, con Carlos Menem como presidente y el modelo de convertibilidad que había aplicado el ministro de Economía Domingo Cavallo, donde el peso valía lo mismo que el dólar. Ese esquema, además de lo económico, implicó una serie de transformaciones para la vida de los argentinos.

“El origen de la crisis fue el agotamiento de la convertibilidad”, manifestó Malamud. En su primer diagnóstico, en el paneo general de estos 20 años, indicó justamente que “en Argentina lo que está roto es la economía”. En ese sentido consideró que durante estas dos décadas, “el fracaso de la política consiste en no saber arreglarla”.

La política antes y después de 2001
La crisis llevó a nuevas dinámicas de la política. Las diferencias hoy son más claras, entre aquellos sectores de derecha y de izquierda. Pero en ese entonces, la estructura clásica de los grandes partidos, con la UCR y el PJ a la cabeza, ofrecían otro panorama. ¿Cómo impactó la crisis en ese modelo de partidos y en las formas de la política en general?

Para Andrés Malamud, no fue "tan disruptivo" el impacto de la crisis. “La UCR ya necesitaba formar alianzas por su debilidad electoral en el área metropolitana, y los frentes que conforma el peronismo solo agrupan a facciones de sí mismo”, por lo tanto, “la política no es muy diferente pre y post 2001”, aclaró.

“Que se vayan todos”, la consigna que marcó el tiempo de la crisis
Las calles estaban inundadas de personas reclamando un orden, que se había perdido en ese 2001. La exigencia era contra el gobierno de Fernando de la Rúa: el modelo estaba desgastado y las respuestas de la dirigencia y las autoridades no eran acordes al duro momento que atravesaba la población. La ciudadanía pedía a gritos una renovación, pero al mismo tiempo esperaba volver a un ordenamiento de la vida cotidiana, que se había roto por esos días.

Ese fenómeno marcó aquellos primeros meses de la crisis, donde la gente se organizó en asambleas y vio que podía ver un poco más allá, ante la falta de respuesta de quienes manejaban los destinos del país. ¿Qué pasó entonces que esa efervescencia popular, que parecía imparable, luego se apagó? “La ciudadanía elige pero no gobierna. Las ilusiones asamblearias de 2001 se disolvieron porque las asambleas no gobiernan en ningún país del mundo”, consideró Malamud. Sin embargo, destaca el politólogo, hoy en día “la espada de Damocles de la bronca popular pende sobre la dirigencia”, lo que se explica a través de dos fenómenos como “el aumento del asistencialismo estatal y la baja aceptación social de la represión”, consideró.

En la actualidad, el pulso de las tensiones políticas para el Gobierno se rige por esta tónica, y muchas veces se encuentra encerrado en su propio laberinto. La ayuda no alcanza porque la macroeconomía parece descontrolada (con la inflación a la cabeza), mientras que por otro lado las muestras de autoridad están marcadas por las malas experiencias del pasado reciente.

El gobierno de la Alianza y las consecuencias para la UCR
A primera vista, el mayor damnificado –desde el punto de vista político- de la crisis 2001 fue la UCR. El centenario partido venía de una salida anticipada del poder con Raúl Alfonsín, en medio de la hiperinflación de 1989. Luego la renuncia de Fernando de la Rúa, en esa imagen desde el helicóptero, que dejó sin rumbo claro a ese espacio político.

Esto le costó al radicalismo, que pagó en estos 20 años las consecuencias de ese estallido social. No obstante, supo reinventarse apelando a sus estructuras partidarias nacionales, siendo hoy uno de los protagonistas del mayor espacio de oposición, con tres gobernaciones provinciales en su haber.

“La UCR desapareció en el área metropolitana de Buenos Aires (CABA y conurbano) durante 15 años”, afirmó Andrés Malamud, dando cuenta de este proceso, que le costó al radicalismo un daño incluso en lo simbólico. Tanto es así que ese protagonismo se recuperó en 2015, cuando se integró al espacio de Juntos por el Cambio, donde reestableció su capacidad política. Por eso “recién con el surgimiento de Martín Lousteau y Facundo Manes el partido recuperó capacidad de representación metropolitana y volvió a vertebrarse nacionalmente”, concluyó el politólogo.


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