Enfoque Diario Noticias

  • Nuestras Redes Sociales:
Home Mendoza Balance de gestión: qué ofrecieron los ministros de Suarez durante 2021
Balance de gestión: qué ofrecieron los ministros de Suarez durante 2021
  • Compartir
  • 64

Balance de gestión: qué ofrecieron los ministros de Suarez durante 2021

El año de los ministros de Rodolfo Suarez los atraviesa con el meridiano del mandato. A dos años de haber asumido, el Gobernador no piensa en cambiarlos, aunque haya tenido entredichos con algunos y prefiera a otros. Los cambios producidos fueron por razones de fuerza mayor. La salida de Lisandro Nieri de Hacienda, una pieza clave, se produjo porque era el suplente de Alfredo Cornejo en la Cámara de Diputados de la Nación y la renuncia de Mariana Juri a Turismo y Cultura sucedió porque asumió nada menos que como senadora nacional.

A la hora de observar la tarea realizada en el 2021 no se puede soslayar el 2020, con pandemia iniciada en aquel año y con las elecciones de este, que ayudó a consolidarlos, hayan tenido responsabilidad en el asunto o los haya levantado la ola de apoyo genérico al gobernador, o al trío que se mostró en la boleta: Cornejo, Suarez y Julio Cobos.

Los ministros Nora Vicario y Víctor "Peque" Fayad están todavía bajo observación. Sin embargo, pueden ser calificados a priori debido a sus antecedentes. Ambos son "productos" del veterano y recordado dirigente que le dio el nombre a su hijo, el actual ministro de Hacienda y Finanzas. Vicario era la jefa de despacho de Fayad en Buenos Aires y artífice del trabajo desplegado en el Congreso por el exintendente y diputado nacional. Sin embargo, Vicario no siguió de cerca el crecimiento del vástago, en el que el fallecido político se veía reflejado y admiraba sin ocultarlo, porque estaba en Buenos Aires. Hoy ambos, sin embargo, tienen el sello ejecutivo a la hora de actuar que heredaron, uno vía ADN y otra por cercanía de trabajo, con su mentor.

Vicario se siente como un pez en el agua en Cultura y Turismo. "Peque" Fayad fue un gran coequiper de Nieri, a quien, dicen los ministros, no se lo va a extrañar, "porque el pibe aprendió de él lo que le faltaba y ya venía sabiendo muchas otras cosas por su parte".

Mariana Juri, la Siri del Gobierno. Mariana Juri nunca dijo nada más de lo correcto. Con eso le bastó. Respetada en el ambiente del Turismo más que en el de la Cultura, por razones políticas e ideológicas más propenso a la crítica que al respaldo, ofició de vocera de la "libertad" que propuso Rodolfo Suarez durante la pandemia.

Ana María Nadal, la ministra Taperware. Hermética, resultó difícil sacarla de su lógica. Trascendió que hubo diferencias puertas adentro del Ministerio de Salud, sobre todo en esa área, que cargó sobre las espaldas con la pandemia. Resultó comprendida por las circunstancias que le tocó afrontar, pero su carácter no le permitió se reimpulsada a una candidatura, como algunos pensaban que podía ocurrir (y como ella habría aceptado). Algunos ministros no le bancaron algunas decisiones más pro cierre que las sostenidas públicamente por el conjunto del Gobierno.

Raúl Levrino, el sobreviviente. Sobreprotegido desde el Cuarto Piso, el ministro de Seguridad fue citado en varias ocasiones desde la Legislatura. La política de no responder a las críticas ni asomar la cabeza, sumado a que el propio gobernador Suarez es su escudero y defensor, le ha servido para permanecer en un cargo difícil en momentos posteriores de la primera cuarentena, cuando el delito se relanzó. No pudo controlar a todo el ministerio, ya que convive con funcionarios que heredó y con los cuales no los une la afinidad, precisamente.

Enrique Vaquié, un jugador solitario. El ministro de Economía fue deshaciéndose poco a poco de los equipos que le había armado su antecesor, Martín Kerchner, y todavía intenta conformar un equipo. La puesta en marcha de Mendoza Activa le dio un motivo para gestionar en tiempos de crisis y sin recursos. La división con Infraestructura dejó en el limbo varios temas que generaron tensión en el gabinete con su par de la obra pública, Mario Isgro, pero Vaquié, que no es suarista ni cornejista, la piloteó haciendo su propio juego, aunque eso, a su vez, lo pone siempre bajo sospecha de los sectores más poderosos de su partido.

Mario Isgro, el constructor sin obras. El titular de Planificación e Infraestructura ha tenido que apelar más al ingenio que a los recursos reales para afrontar el cargo. A la vez, le toca lidiar contra la burocracia y las empresas, ya que la parálisis de obras iniciada en muchos casos sobre el final de la gestión anterior, no ha podido o sabido ser superada y las quejas son frustrantes. Isgro se ha respaldado en la proyección a futuro, con la esperanza de que alguna vez haya recursos para avanzar, y se enfocó en las pequeñas soluciones de todos los días, casi como un servicio de fontanería de emergencia del gobierno provincial.

José Thomas, reformistus interruptus. El exdirectivo del ICEI se mueve como pez en el agua en Educación, tema que le apasiona y al que le pone, evidentemente, toda la energía. El propio gobierno le bajó su plan reformista con solo una caravana y unos bocinazos del SUTE. De todos modos, su prédica de escuelas abiertas cuando en el país la orden nacional era cerrarlas, le dio la razón y le sobrevivió su enemigo/amigo, Nicolás Trotta.

Víctor Ibañez, un prometedor músculo débil . Al titular de Gobierno no le gusta que lo critiquen, cuestionen ni contradigan. Suarez confía plenamente en él por sus habilidades jurídicas, pero hubiera bastado con que fuera secretario general de la Gobernación. Le han salido bien las cuestiones domésticas clásicas, como las paritarias, que tiene toda una línea de otros negociadores directos y protagonistas. Pero no logró convencer lo suficiente con los grandes proyectos del Gobernador de reforma institucional ni funcionó el Consejo Económico Político Ambiental y Social. Se mueve bajo la sombra de otros radicales que fueron ministros de Gobierno y se movieron con fuerza, como Juan Carlos Jaliff, Alfredo Cornejo o Dalmiro Garay.

Los ministros se sienten coprotagonistas del éxito electoral de Cambia Mendoza, que fue contundente. El gobernador Suarez también lo cree así. Le gusta hablar del equipo y lo valora. No quiere cambiarlos, salvo lo sucedido por razones de fuerza mayor.

Pero a mitad de mandato todavía faltan aceitar engranajes en la relación entre sí de ese equipo, aflojar personalismos y apuntar más alto a la hora de planificar acciones, dejando de lado el conformismo o las excusas, a pesar de la dura realidad que les sirve de excusa.

Quedan dos años más de gestión: mucho o poco, según como se lo mire, y el legado de la gestión de Rodolfo Suarez no solo será el resultado de todo lo malo que resulten los opositores, sino de todo lo bueno que pueda generar un equipo que pueda generar más y mejor.


TE PUEDE INTERESAR