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NOTA DE OPINIÓN: Algún legislador? y su equipo de asesores que se ocupen de pensar en la energía como un derecho humano?
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NOTA DE OPINIÓN: Algún legislador? y su equipo de asesores que se ocupen de pensar en la energía como un derecho humano?

“La energía es un derecho que debe ser garantizado”

Por Silvano Castillo

Los activos físicos que sirven para generar, transportar y distribuir la energía están controlados en cierto modo por compañías privadas o sistemas cooperativos que fijan, con la venia del gobierno de turno el precio de la luz. Nadie puede vivir sin energía y los mercados financieros se aprovechan de este estilo, como nadie puede vivir dignamente si no tiene resueltas sus necesidades básicas.
El rigor de la pandemia es un ejemplo claro de cómo, con la aprobación del estado en situación alarmante se han prohibido los cortes de luz y de agua en los domicilios.
La energía tiene que ser un derecho humano administrado y gestionado con estándares de prudencia. No se trata de regalar toda la energía que desees, sino de acceder a niveles de energía que permitan satisfacer las necesidades básicas humanas.
Una vez satisfechos los niveles mínimos de acceso para lograr una vida digna. La energía es un derecho que debe ser garantizado, y esto nos conduce a una reflexión sobre niveles de consumo y sobre determinadas necesidades, cuidar la energía, tomar conciencia de su uso razonable es el paso fundamental para cuidar el planeta.
Los mandatarios provinciales, legisladores provinciales y nacionales deberían saber, y si no, estudiar y aprender que el concepto de la pobreza energética difiere en función del grado de desarrollo de los países.
En los países desarrollados se trata de un problema de sobreesfuerzo o capacidad de pago de las facturas de la energía, debido a elevados estándares de confort.
En los países en vías de desarrollo, se trata de un problema de acceso a fuentes de energía modernas como gas o electricidad, más que a la incapacidad de asumir su pago.

¿Inclusión o exclusión energética?

Un modelo energético basado en la gestión eficiente de la demanda de energía.

La gestión de la demanda de energía es la principal palanca de cambio hacia una economía des carbonizada y competitiva. Es precisamente la reducción de la demanda, en combinación con el uso de las energías renovables en sustitución de las fuentes fósiles, la que nos permite avanzar hacia los objetivos de reducción del costo de aprovechamiento de energía, de reducción del impacto ambiental, y de incremento de la seguridad energética, de la forma más económica posible.

"Se ha alcanzado un consenso científico que respalda y consta que una transición energética capaz de afrontar los retos de la crisis climática no puede consistir en una transición meramente tecnológica como la que está ocurriendo que se instala dicha tecnología: el territorio.

El modelo energético centralizado que se plantea satura los territorios con proyectos de renovables a gran escala y líneas de alta tensión, resultando desolador para el paisaje y la biodiversidad, al tiempo que genera en la sociedad un ideal de consumo ilimitado, mientras niega alternativas menos dañinas. ¿De qué sirve encender todas las luces a la vez sí al otro lado del cable se a destruido un paraje, se ha mermado la biodiversidad de la zona y se ha empobrecido a quien allí habita?

¿DEBERÍA SER LA ENERGÍA UN DERECHO HUMANO?

Vivir sin energía es imposible.
Vivir sin energía es inconcebible.
Vivir sin energía provoca problemas de salud, tanto físicos como mentales.
Vivir sin energía genera exclusión, deuda y estigma.
Vivir sin energía detiene el desarrollo industrial y tecnológico.
Vivir sin energía detiene la comunicación e impide la educación.
Vivir sin energía puede provocar la muerte.
Hablemos de energía:
Es hablar de la calefacción y refrigeración de una casa.
Es hablar de cocinar y de conservar los alimentos.
Es hablar de tener acceso a una higiene adecuada.
Es hablar también de poder estudiar y de trabajar.
Es hablar de comunicación y contacto.
Es hablar de facilitar para hacer trámites administrativos que se exigen para cumplir requisitos legales.
Es hablar de tener el tiempo de ocio y de cultura.
Es hablar de una vida digna.
Sin energía, es imposible vivir
Esto es claro y es así de contundente.
Los índices de nuestro país, apuntan al aumento de pobres, como indicador.
La pobreza energética tampoco ha dejado de aumentar: cada vez hay más gente que no puede pagar la luz y, por tanto, cada vez hay más gente que no puede encender la luz.


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