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Volvió la temporada de micros turísticos en doble fila mientras los pasajeros compran chocolates
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Volvió la temporada de micros turísticos en doble fila mientras los pasajeros compran chocolates

En la percepción comunitaria, no hay término medio, lo que no está permitido corre para todos igual, o no corre. Pero en la práctica, se vive una realidad a dos puntas, y un conductor a doble fila en la puerta de una farmacia, tal vez por una emergencia, es pacible de la sanción vial, y en contrapartida, un ómnibus que se queda a doble fila -en plena avenida San Martín- para que el contingente le de rienda suelta a sus sueños de chocolate, goza de inmunidad, quizá por no arruinar el momento de placer, las normas viales locales no se aplican.

Tienen razón aquellos que se quejan de que no hay un criterio, para aplicar lo se debe y lo que corresponde por sobre lo circunstancial y riesgoso, dos extremos que se repelen como los polos opuestos del imán.

Así, la multa por estar en doble fila, y la frase reaccionaria: "me hicieron la boleta", pasa a depender del tiempo y lugar incorrectos en el que te sorprende la vuelta de la ruleta y la bola se paró justo ahí, donde parece que la Policía no mira para otro lado; donde para unos basta y sobran 30 segundos para ser sancionados, y para otros; todo el tiempo que sea necesario -15 a 20 minutos- para cerrar la dulce compra, será tolerable o ignorado.

Y la Ordenanza?, y los operativos de temporada?, y los controles? y...una serie de integrrogantes más que pueden llegar a herir suceptibilidades de los entes de competencia, Comisión de Educación vial del Concejo Deliberante, Dirección de Turismo, Policía Vial, Vías y Medios de Transporte, empresas, comerciantes, cada uno según el grado de sus responsabilidades de estos desatinos y desproligidades que no dejan la mejor de las imágenes en la ciudad destino por excelencia, como está catalogada.

Por ahora, esa mala costumbre de los micros con turistas parados en doble fila tiene un código de faltas aparte, y pocas veces se estacionan en el predio del ferrocarril, y los choferes saben que la gentileza por dejar al grupo de clientes, justo en la puerta de la chocolatería, también tiene su recompensa.


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